Donald Trump ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos en dos de los conflictos más complejos del momento: la guerra entre Rusia y Ucrania, y la crisis en Medio Oriente. Aunque el expresidente estadounidense ha prometido que “con él, Ucrania e Israel no hubieran sido ‘invadidos’”, la realidad geopolítica le plantea obstáculos difíciles de sortear .

En Europa, líderes como Viktor Orban aseguran que Trump está “dispuesto a actuar como mediador de paz” entre Rusia y Ucrania si regresa a la presidencia. Sin embargo, hay preocupación de que su estrategia implique presionar a Ucrania para ceder territorio a Moscú .

Mientras tanto, en Medio Oriente, Trump ha buscado acercamientos con actores clave como Israel y Arabia Saudita. Analistas como Farid Kahhat explican que este giro responde a una política “transaccional”, donde los intereses económicos y de seguridad pesan más que los compromisos diplomáticos tradicionales.

A pesar de sus intenciones, los resultados concretos aún no se ven. Las tensiones siguen en aumento, y muchos se preguntan si Trump podrá convertir sus promesas en acuerdos reales o si sus gestos diplomáticos quedarán en el terreno de la retórica.