“No hay ningún santuario aquí en Chicago”, declaró Gregory Bovino, jefe de la Patrulla Fronteriza, en medio de una de las campañas migratorias más agresivas del gobierno de Donald Trump. A diferencia de sus agentes, que suelen operar con el rostro cubierto, Bovino se ha convertido en el rostro visible de los operativos federales en ciudades demócratas como Los Ángeles y ahora Chicago.

Con casi 30 años en la Patrulla Fronteriza, Bovino lidera redadas que han generado controversia por sus tácticas: irrupciones nocturnas, uso de químicos contra manifestantes y detenciones masivas. “Vamos a llevar a cabo esa misión”, afirmó en entrevista con CNN. “Y eso es primordial, de lo contrario no deberíamos estar aquí”.

Las autoridades locales han criticado su presencia, calificándola de autoritaria. El gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, acusó a Trump, Noem y Bovino de “usar el caos para consolidar poder”. El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, incluso firmó un decreto para prohibir operativos migratorios en propiedades municipales, pero Bovino respondió: “Puede seguir emitiendo decretos, pero nosotros seguiremos aplicando la ley”.

La tensión ha escalado al punto de que un presunto miembro de la pandilla Latin Kings ofreció una recompensa por capturar o asesinar a Bovino, lo que el Departamento de Seguridad Nacional calificó como una amenaza directa a la seguridad nacional.

Bovino niega que sus agentes usen perfiles raciales, aunque admite que ciertos comportamientos pueden influir en las detenciones. “Yo lo llamaría un caos casi catastrófico”, dijo sobre las protestas y amenazas que enfrenta su equipo.

Originario de Carolina del Norte, Bovino ha trabajado en Washington, Nueva Orleans, Honduras y África. En 2020 fue nombrado jefe del sector El Centro. Su regreso al mando bajo la administración Trump lo ha colocado en una posición clave para implementar operativos en zonas urbanas.

“Todo se basa en información de inteligencia”, concluyó. “Vamos a ir donde esté esa amenaza”.